Lo que seguidamente van a
leer no es otra cosa que la transcripción literal de un artículo que apareció
publicado en el diario El Constitucional, Diario Liberal de Alicante, el
viernes 18 de octubre de 1878, por tanto hace 140 años.
En él se describen como
fueron las fiestas en honor de San Francisco de Asís en El Altet, conteniendo
todos los actos que se programaron. Está escrito en un inconfundible estilo
decimonónico, radicando su importancia en que nos permite imaginar como
transcurrieron aquellos días. No todas las partidas pueden presumir (yo diría
que ninguna) de tener una crónica tan antigua y tan detallada de sus fiestas
patronales. He de confesar que tengo envidia de ello.
Finalmente destacar el
siguiente párrafo que todo lo resume: “Hay
horas en la vida que no debieran tener fin, y las pasadas en el Alted deben ser
unas de ellas. Seguro estoy de que aquellos felices ratos se han grabado con
indelebles caracteres en el corazón”.
“FIESTAS
EN EL ALTED
El sábado y domingo último,
se celebraron en la partida rural del Alted término de Elche, las fiestas en
honor a San Francisco de Asís patrón de aquella comarca, fueron costeadas por
los cazadores de esta capital en unión de los vecinos de aquel caserío.
Difícil es poder describir
la magnificencia de aquel acto; mi humilde pluma se resiste a tanta belleza,
pero aunque sea en bosquejo, aunque sólo arranque de mi corazón sus
impresiones, he de trazarlas con vivos colores sobre el papel, con objeto de
reseñar siquiera sean sus culminantes cuadros.
Empezó la fiesta al
contrario que la vida del mártir que nace en la tierra, y acaba en el cielo, ésta
empezó a las cuatro de la tarde en la azulada bóveda, y terminó en el anchuroso
valle en cuyas fértiles tierras se enclava el caserío del Alted. Al serpentino
reflejo del relámpago, sustituía el horrísono estampido del trueno y al
relámpago enlazábase cual diluvio de perlas menudas el torrente de la lluvia;
más, todo pasó cual meteoro: más tarde se fue despejando de nubes el espacio, y
asomó de nuevo Febo su luminosa cabellera.
Las fachadas de la ermita,
de la casa de D. Rafael Bonmatí alcalde de la partida y otras de particulares
ostentaban infinidad de banderas, escudos, gallardetes, arcos de palmas y
profusión de luces. En lo alto y centro del sitio dispuesto para el teatro se
colocó un bonito trofeo con los atributos de caza. Desde la casa del alcalde,
punto de parada de los Sres. Baeza, canónigo de la Colegiata de San Nicolás,
Urios, teniente cura del mismo, y Brotons capellán de los presos pobres de esta
cárcel, a la ermita se construyó una ancha alameda adornada con gallardetes. En
el semblante de aquellos hijos del trabajo, se pintaba la satisfacción, el
orgullo, la alegría.
A las seis de la tarde del
sábado una brillante banda de música que dirigía en inteligente profesor D.
José Charques dejó oír sus armoniosos acordes por aquel vasto recinto, mientras
que por otro lado sonaba con su aguda voz la chirimía acompañada de su
infatigable compañero el tabalet. Al son de este alegre contraste, el
crespúsculo vespertino tendió su negro manto y apagó con él, las metálicas
voces: pero cual no sería el general asombro al percibir que resonaba en
nuestros oídos el popular paso doble Los Cadetes ejecutado por la música, el
lejano canto de voces humanas. Por otra vereda y con dirección al teatro donde
ya había un gentío inmenso, se dirigían los coristas de esta capital entonando,
como ellos saben hacerlo, del segundo acto de la ópera Hernani; ¡imposible de
describir el buen efecto que producían! ¡qué precisión! ¡qué bien combinadas
las voces! ¡qué esmera en la armonía!. Llegué a creer por un instante que
soñaba, o leía uno de los fantásticos cuentos de la Mil y una noches.
Ante una concordancia
inmensa, se dio principio a la función teatral, consistente en cuadros
disolventes, y juegos de prestidigitación y escamoteo, ejecutados por un
aficionado de esta capital. Amenizó los entreactos la banda de música, y se
elevaron durante estos algunos globos aerostáticos. La función terminó á las
doce de la noche con le elevación de una gran palmera de cohetes.
Llegó el domingo, y al son
de Diana se fue animando de nuevo la partida. Por esta vereda cruzaban grupos
de modestas al par que encantadoras y bonitas campesinas; por aquel camino, con
infatigable paso caminaban los jóvenes en busca de otras niñas, ora con objeto
de comprometerlas para los bailes, ora por tener la dicha de admirar su
belleza, y de esta manera y en continua animación llegó la hora del sacrificio
de la misa. Antes de dar principio a este religioso acto, una comisión
acompañada por las niñas y niños de las escuelas de la partida, seguidos de la
mano de sus preceptores, y llevando palmas blancas, símbolo de su pureza e
inocencia, fueron por los ministros del señor para acompañarles al santuario,
donde se venera la sagrada efigie de San Francisco. Empezó esta cívica
procesión por la chirimía y tabalet, seguían a estos los párvulos, á
continuación los señores curas, el alcalde, los cazadores de Alicante, y un
numeroso público de los habitantes de la partida, y cerraba la comitiva la
banda de música mencionada ya anteriormente.
La nave de la ermita perfectamente
adornada, se presentó a nuestra vista atestada de gente, hasta el punto de
tener que colocar su púlpito provisional
á la entrada de la nave con objeto de que pudiera oir la oración la apiñada
concurrencia que por falta de lugar se agrupaba á la puerta: poco tiempo
después llegaba la comisión se principio al acto. La misa de don Hilarión
Eslava, fue la escogida para orar al santo patrón, cuya misa fue magistralmente
ejecutada por los músicos de la capilla y coristas de esta capital.
El canónigo Sr. D. José
Baeza fue el encargado de pronunciar la oración, por cierto que tuvimos una vez
mas motivo para apreciar las relevantes dotes oratorios que posee. ¡Con qué asombro relataba a sus oyentes las
galas de la fiesta! ¡Con qué visos de verdad contrita reseñaba la historia y
martirizada vida de San Francisco de Asís! ¡Con qué mansedumbre evangélica
ponía en relieve las palabras de aquel santo varón, y con qué humildad, con qué
cariño, pedía a todos que imitasen su ejemplo!. Alicante de estar enorgullecido
por tener hijos como el Sr. Baeza, que por su elevado talento, es digno de
figurar entre los que ocupan ya las doradas páginas de la historia.
Al empezar y terminar la
misa se dispararon morteretes, así como al alzar al son de la marcha real, se
hicieron las mismas descargas.
Un acto religioso a la par
que humanitario, tuvo efecto después de terminada la misa. En una casa
inmediata al santuario, yacía una mujer enferma y hubo que administrarle los
sacramentos. Salió S. D. M. de la ermita acompañada de los señores curas,
encargándose de este religioso acto el que precede a la partida, alumbrando los
señores D. Juan J. Carratalá, D. Juan Javaloyes, registrador de la propiedad de
esta capital, y otros á quienes sentimos no recordar, infinidad de vecinos y
forasteros acompañaban al viático, al compas de una bonita marcha ejecutada por
la banda de música; imposible es relatar aquel conmovedor cuadro; en medio del
campo en el que al paso del comulgar se veían arrodillados por los ribazos,
lomas, veredas y caminos, así como á las puertas de lejanas casas de campo, los
hijos de aquella comarca, rindiendo tributo y respeto al autor de la gran
naturaleza. Terminado este sagrado incidente, y condoliéndonos por la pobre
enferma, volvemos á ocuparnos otra vez del objeto de esta revista es decir de
la fiesta.
La misma comisión, con los
niños, acompañó de nuevo á los señores curas y una vez en la casa, se obsequió
á estos con dulces y refresco. Los profesores de instrucción primaria de aquel
distrito merecen el beneplácito de los concurrentes, por la buena disciplina é
ilustración que se nota entre sus discípulos. Se esparcieron en grupos todas las
gentes que poco antes se apiñaban en la ermita y estos grupos se fueron
repartiendo en familias, con objeto de entregarse á los dulces placeres que
proporciona la mesa.
En la casa llamada de
Morant, se reunieron muchos de los convidados á la fiesta, músicos, coristas y
cazadores. El tradicional gazpacho, seguido del popular pero sabroso arroz con
pollo, fue el encargo de abrir la sesión: durante este debate reinó la alegría
más completa, salpicando el acto, felices ocurrencias del auditorio y chistosos
brindis, todos parecidos al siguiente pronunciado por uno de los cazadores:
Si me prestan atención
Y el tiempo no mueve cisco
Brindaré con devoción
Por el patrón San Francisco.
Te lo pido de rodillas
Que vengan días felices,
Y entren por esas orillas
Á miles las codornices.
Que tenga buena cosecha
El honrado labrador,
Y nos verás en la brecha
Cazando con gran ardor.
Y como tendrá dinero,
La partida del Alted
Para el año venidero,
Misa, sermó y tabalet.
Los bravos, aplausos, vivas
y demás muestras de aprobación por parte de todos se confundían con la gritería
y algazara, y de esta misma manera terminaron aquellas felices horas que
debieran ser eternas. Escenas parecidas á estas tenían lugar en la casa de
Crespo y otras.
Reunidas en tropel junto á
la ermita se veían las hijas del Alted con sus pañuelos de pintados colores, y
sus rostros alegres como la fiesta, al lado de simpática señoritas de esta
capital. Los vecinos de aquel término alternaban cariñosamente con los
cazadores y demás convidados. Allá bailaban unos, acullá corrían á coger los
pollos, otros frente a la ermita se vendaban los ojos para romper una piñata
llena de dulces, otros se entregaban a comprar a sus amadas confites y otras
mil chucherías del porrats allí colocado, y la música del tabalet y la chirimía
alternaban el espacio.
La fiesta terminó
disparándose un bonito castillo de fuegos artificiales, construido por Vicente
Vezá, pirotécnico de San Juan, terminado con general aplauso de todos.
Desfilaron entonando alegres cánticos los convidados en busca de sus viviendas.
Hay horas en la vida que no debieran tener fin, y las pasadas en el Alted deben
ser unas de ellas. Seguro estoy de que aquellos felices ratos se han grabado
con indelebles caracteres en el corazón de los concurrentes, y todos desean que
el próximo sea fecundo en lluvias para poder ofrecer tan brillante acto á los
vecinos y convidados, en honor al patrón de la comarca San Francisco de Asís.
P. B. y B.”
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